VUELTA DE ARANGUREN, sábado, 25
Tocaba. El viernes a la noche me
llegó un whatsapp en el que Patxi me decía que iban a hacer dos korricolaris “Amigos
de la Vuelta del Castillo” la vuelta a Aranguren y a ver si me animaba. Lo
consulté con mi esposa y contesté que sí. Debía de ser demasiado tarde y Patxi
debía de estar ya en la cama.
El sábado ya tenía nuevo mensaje.
Se salía de Mendillorri a las 8 de la mañana.
Y después de un frugal desayuno
pero cargado de calorías, cogí mi bici y me acerqué al lugar de partida. Cuando
llegué, Patxi y Ángel G. hacían ejercicios de calentamiento, nos saludamos y
salimos hacia Tajonar. Haríamos unos 26 km, lo que Ángel G. llama el icono de
la preparación para las grandes vueltas de nuestro grupo de Korrikolaris.
ENTRENAMIENTO DEL LUNES
A las diez y media de la noche
salí a dar un par de vueltas ya que no había encontrado tiempo en todo el día.
Antes de bajar por el foso de la Ciudadela ya habían apagado las luces; pero ,
como la noche era clara, el carretil del medio destacaba entre la oscuridad.
MIÉRCOLES -Una chica en bici multada-.
Hoy he entrenado bastante bien y
a gusto. Cuatro vueltitas, unos 12 km, y a distintos ritmos. La primera
bastante tranquila; la segunda, bastante rápìda; la tercera, forzando menos; y,
la cuarta, más suave. Al final esperaba
ver el tiempo que me saldría de la cuarta vuelta, cuando algo me ha hecho cambiar
el recorrido. Justo a la salida del foso de la ciudadela, un policía municipal
había parado a una chica que iba en bicicleta, y , por el tono que se desprendía de la
conversación, he decidido girar hacia otro lado y a cierta distancia observar
qué podía pasar.
Documentación, anotaciones, etc.
Como el tema de las bicicletas hoy día es bastante controvertido, pensaba yo en
lo peor. Estábamos en la Avda. del Ejército, justo al lado tiene el Ayuntamiento
un parking de bicicletas de alquiler… Bueno, el caso es que he esperado a que
la chica siguiera su camino para preguntarle si había habido algún problema. La
rubia de melena, jovencita y mona, todavía no salía de su asombro y se
resignaba diciendo “me ha tocado a mí”. Y claro, le ha tocado a ella porque, mientras yo observaba, pasaron varias bicicletas con peores pintas que ella, evidentemente, y
seguro que más peligrosas para la integridad física de algún peatón. La
muchacha estaba casi contenta porque del miedo que le había metido el policía
al hablarle de 200€ de multa, lo había dejado en 60. Había motivos para ello.
Iba con auriculares, invadía la acera y además, según él, iba muy deprisa.
Seguro que el policía iba con la ley en la mano; pero a mí me ha parecido un
abuso de poder y un trato discriminador totalmente arbitrario. Espero que el
agente cuando salga de su jornada laboral no se traslade en bicicleta.